sábado, 2 de enero de 2016

Diez días en la vida de Al-Hadidiya, una pequeña aldea palestina

María Landi, 28/12/2015.- Una de las experiencias de mayor impotencia e indignación que vivimos las personas voluntarias en Palestina ocupada es la destrucción de hogares y medios de vida de comunidades que, según el derecho internacional, Israel como potencia ocupante debería ‘proteger’. En el Valle del Jordán -al igual que en las Colinas del Sur de Hebrón- las demoliciones son constantes y ocurren de forma silenciosa, sin la visibilidad que tienen en Jerusalén. Éste es el testimonio de acompañantes internacionales pertenecientes al programa EAPPI sobre el despojo, el hostigamiento y las demoliciones reiteradas sufridas por la comunidad pastoril de Al-Hadidiya entre fines de noviembre y principios de diciembre.



Por Dawn*

La pequeña aldea palestina de Al-Hadidiya está ubicada en el Área C [1], en el norte del Valle del Jordán, cerca de la colonia israelí ilegal Ro’i. Sus aproximadamente 90 habitantes se ganan la vida como pastores y agricultores. Al-Hadidiya no está conectada a la red de agua, y el promedio de consumo es de 20 litros diarios por persona (muy por debajo de los 100 litros recomendados por la OMS). La aldea está aislada de cualquier suministro regular de agua, a pesar de su proximidad a una bomba de Mekorot (la compañía nacional de agua de Israel) que proporciona agua a las colonias judías vecinas. En estas colonias, el consumo diario de agua por persona, sólo para uso doméstico, es de 460 litros –al menos 23 veces más que el consumo de agua en Al-Hadidiya. Lo que sigue es un extracto de los informes recientes del equipo del EAPPI en el Valle del Jordán. Si no supiera que es cierto, me resultaría increíble…

Miércoles, 25 de noviembre – Nuestro equipo se dirige a la aldea Al-Hadidiya para dar seguimiento a un alerta de demolición del camino que ha sido reparado. A las 6:15 AM, dos jeeps y un buldócer militares llegan a la aldea y en una hora y media destruyen 100-200 metros del camino, antes de ser parados por la Administración Civil Israelí [nombre de la autoridad (militar) en Cisjordania]; al parecer el ejército actuó por su cuenta sin una orden oficial.

Jueves, 26 de noviembre – Nuestro equipo vuelve a Al-Hadidiya en respuesta a una alerta de la ONU. A las 7:00 AM las fuerzas israelíes llegan con vehículos militares, dos vehículos civiles y dos buldóceres para demoler las instalaciones de tres familias. La vivienda de Abu Sakr es la primera. Le dan a la familia muy poco tiempo para retirar sus pertenencias antes de destruirlo todo: refugios de animales, corrales para el ganado, cobertizo para vivienda, cocina, el horno de tabun y un cobertizo para recibir visitantes. Lo único que queda en pie es el baño, los paneles solares y los tanques de agua. La hija de 20 años de Abu Sakr, que está embarazada, recibe el empujón de un soldado (un testigo dice que le pegó en el vientre). Su útero empieza a sangrar; llega una ambulancia para llevarla al hospital. El ejército continúa con otras dos familias: la del hijo de Abu Sakr y la de Mohammed Ali Bsharat. En total, destruyen 14 estructuras. 19 personas –incluyendo 6 niños y niñas– quedan sin hogar. Más de 170 ovejas y cabras, y una cantidad de palomas, también.

Viernes, 27 de noviembre – Alguien de la aldea llama al equipo: los soldados israelíes están de vuelta en Al-Hadidiya, amenazando a voluntarios/as del Jordan Valley Solidarity (JVS), confiscando sus documentos de identidad y ordenándoles que destruyan las estructuras que habían reconstruido. Los soldados les dicen a las familias que abandonen el área antes de 24 horas o sino les van a disparar. Los aldeanos piden presencia internacional permanente durante los próximos días.

Sábado, 28 de noviembre – Nuestro equipo responde a una llamada telefónica de un aldeano. Han traído carpas financiadas por donantes y las están instalando en la aldea. Antes de una hora, llegan cuatro soldados israelíes en un hummer y ordenan desarmar las carpas, pero no tienen órdenes de demolición. Después que los soldados se retiran, la familia de Abu Sakr invita al equipo del EAPPI a tomar té y almorzar.

Domingo, 29 de noviembre – Un internacionalista que está pasando la noche en la aldea llama al equipo: a las 4:00 AM regresaron los soldados. Obligan al hijo de Abu Sakr a tirar abajo la carpa donde están durmiendo los internacionales. La familia Bsharat dice que esta noche están durmiendo a la intemperie porque tienen miedo de que vuelvan los soldados. Abu Sakr tiene fiebre.

Lunes, 30 de noviembre – El equipo va a la aldea para expresar solidaridad y brindar presencia protectora. El ejército llega a las 9:00 AM con cinco jeeps y un camión. Confiscan las dos carpas humanitarias. Abu Sakr está echado en un colchón en el lugar donde cuatro días antes estaba el cobertizo donde recibía a los visitantes. No tiene buen aspecto, y dice que siente un fuerte dolor interno. Su amigo se lo lleva al hospital. El equipo se queda por unas horas más y juega con los niños y niñas. Esta noche la familia se verá forzada a dormir a la intemperie. Está frío.

Martes, 1º de diciembre – El equipo pasa la noche en Al-Hadidiya. Abu Sakr y su esposa, Rokaya, cuentan que el ejército llegó el lunes de noche y se llevó hasta las lonas de plástico donde la familia estaba durmiendo. Tarde en la noche, un camión entrega carpas de ayuda humanitaria, pero habrá que esperar hasta la mañana para armarlas. La familia y los internacionales duermen afuera con sólo una lona de plástico para protegerse de la lluvia.

Miércoles, 2 de diciembre – Temprano en la mañana, las tres familias están ocupadas montando las nuevas carpas (recibieron siete refugios grandes donados por una organización humanitaria francesa). A las 10:00 AM llega una delegación de representantes de los consulados italiano, español y belga junto con directivos de otras organizaciones. Rokaya le explica a las dos mujeres diplomáticas lo difícil que es para ella como madre: “Para mis hijos es duro estudiar ahora; el maestro se enoja con ellos, y las niñas no quieren ir a la escuela. Este tiempo es más duro por las demoliciones [sus hogares han sido destruidos varias veces], porque ellos [los soldados] regresan para llevarse hasta las lonas de plástico… No muestran la menor humanidad. Yo nací aquí y viví aquí toda mi vida. Perdí a cuatro hijos muy pequeños y sus tumbas están aquí. Pueden tratar de expulsarme, pero yo nunca me iré de aquí”.

Jueves, 3 de diciembre – El equipo del EAPPI responde a un alerta de la ONU sobre demolición y confiscación de la ayuda humanitaria recibida a posteriori. Según Abu Sakr, las fuerzas israelíes llegaron alrededor de las 9:45 AM con dos jeeps militares, dos vehículos civiles y un camión grúa. Eran dos oficiales, diez soldados y de ocho a diez empleados. Desmantelaron los cuatro refugios que habían sido levantados, juntando las barras de acero y envolviéndolas cuidadosamente. Lo mismo hicieron con las lonas de plástico. Esto le sorprende a Abu Sakr, que nos dice: “Ahora se cuidan muy bien de todo lo que hacen, porque tienen miedo de la presión de la Unión Europea” [si destruyen las carpas]. Los soldados se retiran con los cuatro refugios desmantelados y tres más que todavía no habían sido armados.

Viernes, 4 de diciembre – El equipo es avisado de que el ejército está en Al-Hadidiya para verificar si la gente ha instalado algo desde ayer. Vamos a la aldea para mostrar solidaridad a la comunidad. Los donantes ofrecen darles nuevamente carpas humanitarias, pero Abu Sakr dice que hay que esperar a que el lunes su abogado les informe si habrá noticias del juzgado, ya que toda esta destrucción y hostigamiento ha ocurrido sin prueba de ninguna orden militar. El equipo toma café con la familia en torno al fuego, escuchando las historias de Abu Sakr y su visión sobre el futuro. Está planeando una protesta ante la oficina de la Unión Europea en Ramala. Decida lo que decida el tribunal, una cosa es segura: “Volveremos a construir”, dice. Mientras tanto, las familias siguen durmiendo a la intemperie.

Según B’Tselem, la organización de derechos humanos israelí, “Estas acciones de las autoridades israelíes son parte de los planes en curso para expulsar a la población palestina del Área C, haciendo su vida insoportable. Tales acciones, ya sea directa o indirectamente, constituyen desplazamiento forzado de personas protegidas dentro del territorio ocupado, en violación del derecho internacional humanitario.”

¿Cómo responder a tales acciones inhumanas, absurdas, crueles, vergonzosas e inexplicables del gobierno israelí? Ciertamente no pueden jugar su habitual “carta de seguridad” en esta pequeña aldea de 90 vulnerables pastores y agricultores de subsistencia. ¿Qué decir? ¿Qué hacer?

*Dawn es una voluntaria canadiense que ha estado varias veces en Palestina como acompañante internacional con el programa EAPPI del Consejo Mundial de Iglesias.
Publicado en su blog 4justpeace el 9/12/15. Traducción: María Landi.

[1] El Área C (según los Acuerdos de Oslo) ocupa el 60% del territorio de Cisjordania y está bajo total control del ejército israelí. Allí la población palestina está sujeta a permanente amenaza de expulsión y demolición y no tiene permitido construir, reparar ni modificar sus viviendas o instalaciones. El objetivo de Israel es vaciar todo ese territorio de población palestina para seguir construyendo en él colonias judías. (N. de la T.).

Fuente: https://mariaenpalestina.wordpress.com/2015/12/28/diez-dias-en-la-vida-de-al-hadidiya-una-pequena-aldea-palestina/

Ver también en este blog:
El ejército israelí destruye por sexta vez la aldea palestina de Khirbet Tana
Destruyendo vidas en el Valle del Jordán
Este pueblo es invencible